La literatura, la poesía, el lenguaje producen realidad, dice Cristina Rivera Garza, en una entrevista para el medio español El País, a propósito del lanzamiento de su libro “Me llamo cuerpo que no está”.
La obra que recopila cinco poemarios escritos en los últimos 20 años, se presentó el pasado 23 de junio en el foro Exprésate de la librería Mauricio Achar, en la Ciudad de México.
En una clara alusión al cuerpo de su hermana Liliana Rivera Garza que ya no está, la autora firma al término de la presentación, con la frase simbólica: “Este Me llamo cuerpo que no está, Para Citlali, Sara, que si estamos”, llamando poderosamente la atención a que pensemos y reflexionemos sobre qué hacer con nuestras capacidades cognitivas, emocionales y sociales para producir un presente con una realidad que nos edifique como mujeres y como seres humanas, en la colectividad, en los otros, en y para nosotras mismas.
La presentación del libro osciló entre lectura de los poemas a cargo de Astrid Romo, la intervención y preguntas por Adán Serret y las respuestas de la autora.
En este diálogo sobre las violencias que sí han ocurrido en el país, principalmente los feminicidios, Adán se duele de que no debieron existir y nunca debieron haber pasado pero ahí están, reflejadas principalmente en los poemas de “Viriditas”.
“Si, estoy de acuerdo en que sería fabuloso que no tuvieran que existir, pero existen y hay algunas versiones de la poesía que la colocan en algún lugar lejano de la realidad, yendo desde un faro, tal vez, de lo que acontece en el mundo, atrayéndola a colación. Yo desde que empecé a escribir poesía y no poesía he estado trabajando en una idea, más material, más contraria a muchos de sus preceptos”.
Rivera Garza abundó en que “desde el momento en que estamos lidiando con el lenguaje, estamos tocando, afectando y siendo afectados, con todo lo que viene en ese lenguaje, con todas las consecuencias y con todas las experiencias, por desgracia, con las experiencias que nos toca y me parece que la poesía no debiera volcarse hacia otro lado, me parece que ahí está parte de la potencia de la escritura en general”.
Visiblemente emocionada pero también agotada, (tal vez del viaje, de las entrevista, de ser entre lo público, de contar, ahora de manera cotidiana, el dolor de la muerte de su hermana, ese mismo dolor que le costó 30 años poder expresarlo con el lenguaje adecuado para producir una realidad empática social y no recriminatoria), Cristina responde a los intersticios que hay entre sus trabajos poéticos de novela, ensayo y poesía.
Para responder qué ofrece la poesía, Rivera Garza nombra a la autora norteamericana Lyn Hejinian que argumenta que la poesía es el lenguaje con el que investigamos el lenguaje.
Para finalizar, Rivera Garza, dijo que parte de la experiencia es no decir: “wow esto es dolorosísimo y no podemos hacer nada, estamos paralizados, me gustaría pensar que todo esto ahí, claro nos afecta pero estamos también juntos en todo esto, con todas las palabras, con el lenguaje, para poder decir seguimos y estamos juntos”.
Cristina Rivera Garza reconoce que estos poemas reunidos en estos cinco libros, escritos durante 20 años, fueron intentos por contar la historia del feminicidio de su hermana.
Me llamo cuerpo que no está se compone de los poemarios “Los textos del yo” (2005), “La muerte me da por Anne-Marie Bianco (2007), “El disco de Newton. Diez ensayos sobre el color (2011), “Viriditas” (2011) y La imaginación pública (2015) que, como apunta Sara Uribe en el prólogo “En los poemas de Cristina Rivera Garza, hay sopas instantáneas, sillas de plásticos color naranja, mandarinas desgajadas, batas de franelas (…) Valium, dos cajas de Marlboro light, trescientas aspirinas, vasos con leches, flores de plásticos (…) personajes como la Mujer Enorme, la Ex Durmiente, la Ex Muerta, la Diabla, la Bestia. Los Sumergidos, los Desamparados y los Solos”. Esta recopilación estuvo a cargo del sello editorial Lumen de Penguin Random House Grupo Editorial.
