Las Alumbradas

Este libro es un regalo que me hizo acordarme de una novela que yo leí, tal vez la primera en mi vida, de unas seiscientas páginas, y que devoré en un fin de semana. Estas lecturas, son las que una adolescente guarda por lo valioso de su enseñanza. Estos reencuentros son, en voz de VanessaEl sueño del viajero que traza rutas sobre la movible tierra e intenta establecer en la nueva conquista su propia firma”.

Es una novela que va construyendo la historia de las Fernández, en la hacienda Las Alumbradas: “Esta historia inició con el deseo de una mujer y el amor que creció en ella por la tierra donde nació”. Esta es una historia que desde el capítulo primero atrapa por la descripción de los personajes. Te seduce “por el color de las especias, el calor del chocolate y la locura que esencias como el copal esparcían en la conciencia”.

En Las alumbradas encontramos a cuatro hermanas que a lo largo de la novela las acompañamos en su propio viaje de búsqueda del amor y la felicidad, donde es “notorio para las hermanas que a medida que se alejaban de la hacienda, el folclor con que habían sido criadas poco a poco se desvanecía dando pie a otras voluntades místicas menos cercanas. En el transcurso de los años vividos en Las alumbradas, más que experimentar una existencia laica habían visto como propias las leyendas que las indias repetían en la cocina o demás cuartos de la propiedad. Vanessa nos va revelando las circunstancias que las orillan a salir de su hogar y las personalidades de cada una y es, como dice mi madre, “los hijos son como los dedos de la mano”.

Debo confesarles que cuando empecé a leerla no me pude detener hasta el capítulo 12, quizá por la avidez de descubrir a fondo a cada una de las Fernández. Quizá por el estilo de la narración de Vanessa que te atrapa y te envuelve al punto de querer seguir y seguir… Quizá la trayectoria de Vanessa como escritora y periodista que ha vivido la experiencia de los medios en televisión, “Si se tiene suficiente suerte, las personas terminan adquiriendo la forma de quienes están destinadas a convertirse”, pues en Las alumbradas descubrí escenarios que si no me son familiares por haber vivido en ellos, sí lo son porque me descubre la memoria escenas que vi en las telenovelas que veía mi mamá y que quedaba en suspenso justo cuando aparecía en escena ese otro personaje que cambiaría el curso de la narrativa. “El largo soliloquio que inicio retomando su infancia fue igual que una canción que conforme avanza de estrofa en estrofa se va elevando y haciendo grupal por el tono y rimas empleadas.”

Flor Venalonso (izquierda) y Vanesa Hernández (derecha) durante una presentación del libro Las Alumbradas en la librería Educal en Chilpancingo, Guerrero.

Encontrarme con Las alumbradas ha sido una experiencia bella y a la vez nostálgica, puesto que desde que comienzas a descubrir la historia de Lena, el personaje principal, sientes las reminiscencias de esos otros mundos en los que se descubre a una heroína, “Pronto Lena reconoció una máxima en la magia que aplicaría a partir de aquel momento en los días futuros cuando volviera a recurrir  a la prestidigitación: se había dado cuenta de que solo había en ella la mitad del poder para resolver el problema, el resto quedaba en manos de quien lo solicitara o pudiera hacer algo al respecto”, incluso me atrevo a decir que una misma vive la vida que, de algún modo guarda la memoria.Pienso en Jane Austen, y sus Mujercitas, por ejemplo. Pero también hay algo que hace interesante a la obra la Vanessa, porque a lo largo de sus descripciones encontramos la influencia de un realismo mágico que ya habíamos descubierto en García Márquez e incluso en Rulfo. “Después de varias horas, Lena se desplomó al pie de la cama de su hermana. Inesperadamente comenzaron a brotar de los ojos cerrados de Laureana dos ríos de lágrimas que en cuestión de segundos comenzaron a inundar la habitación. Cuando Lena salió de su breve desánimo, observó conmocionada cómo su cuerpo flotaba junto al de su hermana varios centímetros por encima del piso. El agua salada contenida en aquel cuarto las había levantado del suelo como a dos hojas que arrastra la corriente de un riachuelo.”

Si hay algo que yo valoro en la narrativa es justo el poder de construir un personaje que resulte verosímil, Vanessa no sólo logra que le crea la historia, sino también los personajes femeninos que viven en ella. “El abandono de su familia y adolescencia había ocurrido de súbito, sin permitirle ahorrar suficientes memorias para el futuro, sin dejarla abrazar alguna posibilidad de retorno”. Cada una de las hermanas de Lena tienen aficiones y características muy particulares, que a lo largo de la novela se afianzan, no se pierde nunca en la narrativa, incluso el carácter de cada una desde la forma de pensar y actuar reconocemos la naturaleza de su corazón, porque: “Las personas no solo estaban formadas de carne, huesos y demás elementos orgánicos, sino de sus afectos y principalmente de las memorias que con el tiempo van juntando.”

Un aspecto importante de esta novela, -y haciendo un paréntesis, a propósito de los que les decía sobre el realismo mágico- es la apropiación de los elementos brujísticos que Vanessa dota en la curiosidad de Lena. ““Los que recuerdan aquellos días dicen que antes de caer la primera gota vieron cómo en el cielo se dibujó con nubes una enorme serpiente de lluvia”. Además de mostrarnos cómo hacer los brebajes y qué elementos contiene cada toma, nos explica para qué males los usará la protagonista. Creo que esta labor es importante en la narrativa escrita por mujeres, y sobre todo en la actualidad, en donde estos temas cobraron importancia en el último lustro.

La sensibilidad que pone en la narrativa y en la construcción de los personajes, me hizo volver a creer en el paraíso perdido, esa infancia de recuerdos que siempre mezclamos con destellos de valentía y primeros amores. “Si el amor produce entre dos personas que se aman la capacidad de inventar un lenguaje que solo ellos dos pueden entender, no sucedió así con Renato, quien incapaz de descifrar lo que Elena trataba de decir se convirtió en el más torpe de los oyentes”. Esto es lo bello que yo descubrí en Las alumbradas, el amor por el hogar, los recuerdos de la infancia, el amor por los padres, el furor y el enrojecimiento por el primer beso, la agitación y excitación por la mirada de quien te gusta, la derrota y la rabia por perder al hombre que amas. Vanessa habla de las características del corazón y de los momentos cruciales que, si bien no determinan el futuro, por lo menos bifurcan el camino para mostrarnos posibilidades de elección.

Esta novela, en palabras de Vanessa, conmueve por, “el dramatismo de cada página pero aún más la nostalgia de un tiempo que parecía enterrarse entre sus propios escombros. El diario describía una especie de larga herida a la que la autora volvía cada noche en una inútil intención de sutura porque la humedad de la sangre seguía abriendo las costuras que intentaban encerrar el pasado”. Y resultó ser para mí una posibilidad para repensar que cada acción y cada elección nos lleva a vivir determinadas experiencias que importantes o no, al final del día, todos vamos en busca de nuestra propia felicidad.

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