María Zambrano

Diálogos poéticos: creadoras y académicas

Sabemos que entre nuestras lectoras hay muchas amantes de la poesía y en honor a su confianza y lealtad, hemos abierto esta sección semanal dedicada a la difusión de la poesía escrita por mujeres.

Queremos que al llegar el fin de semana, te relajes un poco y te adentres en la inspiración de otras mujeres que han hecho de este arte el espacio ideal para hacer volar su imaginación y volverla poesía.

Este viernes de #PoesíaConPerspectiva te invitamos a disfrutar extractos del libro Diálogos poéticos: creadoras y académicas, una compilación que nos adentra en una especie de conversación poética entre mujeres de dos épocas que se entrelazan.

Angelina Muñiz-Huberman

En muchas ocasiones he dialogado con María Zambrano, una en mi libro Arritmias y las otras en mis clases sobre ella, Simone Weil y Hannah Arendt. El exilio ha sido la pauta que nos unía. El exilio que, en el siglo XX, dominó la vida a causa de las guerras crueles y las persecuciones desatadas, las discriminaciones y las barbaries, las dictaduras y las opresiones. Sólo hubo breves momentos de luz que lograron mantener la fe en la especie humana. Esos fueron de quienes lograron no sucumbir ante la injusticia y la perversidad.

El exilio acogió a quienes escaparon cuando aún era tiempo y la nueva vida en tierras lejanas permitió elevar la antorcha de la libertad y la bandera de la iluminación. María Zambrano así lo comprendió y, parte de su obra, nació por gracia y desgracia del exilio.

Ese toque de circunstancia, nacida yo en el exilio, nos unió.

María Zambrano: “Delirio del incrédulo”

Bajo la flor, la rama
sobre la flor, la estrella
bajo la estrella, el viento.
¿Y más allá? Más allá, ¿no recuerdas?, sólo la nada, la nada, óyelo bien, mi alma,

duérmete, aduérmete en la nada. Si pudiera, pero hundirme…

Ceniza de aquel fuego, oquedad,
agua espesa y amarga,
el llanto hecho sudor,
la sangre que en su huida se lleva la palabra. Y la carga vacía de un corazón sin marcha. De verdad, ¿es que no hay nada? Hay la nada. Y que no lo recuerdes. Era tu gloria.

Más allá del recuerdo, en el olvido, escucha en el soplo de tu aliento.
Mira en tu pupila misma, dentro,
en ese fuego que te abrasa, luz y agua.

Mas no puedo. Ojos y oídos son ventanas. Perdido entre mí mismo no puedo buscar nada. No llego hasta la Nada.

(Enero, 1950. Hotel d’lnghilterra, Roma.) (María Zambrano, Poemas, ed. Javier Sánchez Menéndez, Lectulandia, 2021.)

Angélica Muñiz-Huberman es integrante de la Academia Mexicana de la Lengua desde 2021. Foto Facebook.

Yo también escribí del exilio, María.

Y cómo.
Cristales rotos fueron mi despertar.

De donde nací, sin quererlo, sin pedirlo. Hyères en el horizonte.

Estrellas caídas al suelo sin orden pisadas. Fue mi alimento la preposición sin. Preposición vuelta nombre, vuelta verbo. Vuelta esencia del vivir sin. Bienaventurada, como tú dijiste.

Frases cortas, gramática rota, como dije. Dije colgado al cuello.

Cristales rotos del exilio. Para siempre.

No hay manera de reunir los cristales. Cristales rotos en la memoria.

Exilio amado al fin.
Exilio que de la nada ha incorporado el todo. Como bien dices, María, el exilio es delirio.

Y es bienaventurado. La flor, la rama, la estrella, el viento.

¿Y más allá, preguntas? Más allá ¿no recuerdas?

Sólo la nada.

Escribí como tú y la nada se habitó.
Con la flor, la rama, la estrella, el viento. Los cristales rotos abrazaron su forma.

Pródigo exilio.
Exilio reconstruido.

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