III
Ahora que eres un cuerpo inerte
y sin necesidad de agua
en tu rostro descubro gestos,
sílabas, sonidos que antes me eran negados…
Te digo que no entiendo,
pero que busco en la significación de tus labios
la palabra que me acerque siquiera a lo que deseas.
Me canso de fallar una y otra vez y me molesto.
Pero no es contigo mi enojo
es como si de pronto, un día
despertamos ajenos, viéndonos
y desconociendo nuestra unión.
No nos reconocemos ni en las caricias
que prodigo con cuidado en tus manos
cuando tú, enfadado también con el mundo,
vuelves a sumirte en ese lugar feroz
para alejarte de los hilos que nombran, mi amor.
V
Habla
repite sílabas aprendidas
aunque nada tengan de gracia,
y no sepamos por qué te ríes.
Habla
repite al menos un balbuceo:
esa tribu de palabras mutiladas
que busca asilo en mi garganta,
y que nos reúna a todos a tus pies.
Habla
Las palabras que se hacen fuego en tu frente.
Los silencios que se llenaron de agua hasta asfixiarnos.
Habla
Nada sabes del dolor que me invade
y que llega a esta casa inundándolo todo.
Sólo la lluvia nos enseña
cómo se llora con furia
a puertas abiertas.
IX
El sueño dejó de visitarme desde que enfermaste.
En el insomnio pienso en el mar, y me gustaría,
como tú, dormir por horas.
No esperar como las palabras en la boca de un mudo.
Quiero saber lo que es dejar de explicarles a los demás
qué sucede en cada instante del día.
La evolución de la enfermedad no sé describirla,
todos los días son una repetición interminable.
Hoy he dormido muy poco…
Hoy he visto la imagen del mar
susurrándome el suicido en cada ola.