Por Marxitania Ortega y Líbana Nacif
La coyuntura política frente a las elecciones presidenciales del 2024 se percibe muy distinta a cualquier experiencia del pasado pues, por primera vez en la historia de México, dos mujeres se destacan como probables candidatas con posibilidades de triunfar en la contienda electoral.
Tanto Claudia Sheinbaum como Xóchitl Gálvez tienen posibilidades de abanderar los dos grandes bloques políticos y distintos analistas consideran que el hecho de que la contienda electoral sea encabezada por estas mujeres de reconocida trayectoria, con perfiles fuertes, será refrescante.
Además, por primera vez una mujer joven ha sido designada en el puesto de responsabilidad más importante en el gabinete del ejecutivo. La abogada María Luisa Alcalde, de 37 años de edad, es la Secretaria de gobernación, después de haber librado importantes batallas al frente de la Secretaría del trabajo, como el aumento al salario mínimo, frente a la oposición de la cúpula empresarial.
Con este escenario político encabezado por fuertes liderazgos femeninos, vale la pena preguntarnos si México, el país machista en el que las mujeres sufren constante acoso y según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se cometen al menos diez feminicidios al día, ya cambió.
¿A caso podemos decir al fin que somos ese país democrático y liberal que reconoce y promueve la participación política y los derechos de las mujeres?
Pero la reflexión en cuanto al cambio político también nos lleva a preguntarnos ¿Qué tan determinante es para la libertad y los derechos de las mexicanas tener una presidenta mujer?, ¿realmente nos beneficia a todas que cada vez más mujeres ocupen los puestos políticos más importantes del país?
A inicios del mes de julio, circuló una caricatura titulada “De humilde familia” de Hernández, en la que Xóchitl Gálvez aparece junto a Carlos Salinas, Claudio X. González, Diego Fernández y los principales liderazgos de la oposición, también se viralizó una respuesta en la que aparece Claudia Sheinbaum, rodeada de figuras relevantes de la 4T como AMLO, Marcelo Ebrard, Adán Augusto y otros tantos. En ambas imágenes a las mujeres se les representa como miniaturas de apariencia débil que pueden ser manipuladas por los grandes hombres a su alrededor.
En su ascenso a la Secretaría de gobernación, María Luisa Alcalde, tampoco se salvó de caricaturas, memes, tuits e incluso artículos de opinión que cuestionan su capacidad política, trayectoria, méritos profesionales e incluso su integridad moral, colocándola siempre a la sombra de hombres poderosos como el presidente o incluso su padre.
Pareciera que diferenciarse del liderazgo patriarcal es uno de los más grandes retos de las mujeres frente al discurso machista que perméa el ambiente político actual ¿Es esto factible? Tanto Claudia Sheinbaum como Xóchitl Galvez, necesitan el apoyo de sus partidos y de sus líderes, que son, hombres poderosos.
En este momento de la contienda preelectoral da la impresión de que lo más importante es demostrarles a ellos que pueden ser competitivas en la campaña (en el caso de Xóchitl) y llevar a buen puerto la continuidad del proyecto político de la 4T (en el caso de Sheinbaum), aunque lograrlo sería una importante batalla ganada, para que una “alternancia de género” en la presidencia de México se traduzca en el beneficio colectivo de las mujeres, habrá que ir más allá.
Denunciar la violencia política
Xóchitl Gálvez acusó ante el INE al presidente Andrés Manuel López Obrador de ejercer violencia política en razón de género en su contra.
La senadora panista planteó en su denuncia que, con sus dichos en las conferencias mañaneras, así como en varios mensajes en redes sociales emitidos desde la Dirección de Comunicación de la Presidencia, “claramente apoya estereotipos de género en cuanto a que las mujeres solo cubrimos cuotas o somos usadas para cubrir ciertos espacios” y asegura que “se minimiza su trayectoria, resultados y trabajo y la coloca como un objeto manipulado por el patriarcado”.
En lo político hay confrontación, disenso y debate intenso por añadidura, se cuestionan acciones, ideologías e intereses, pero cuando es una mujer quien aparece para reclamar y hacer uso de sus derechos políticos, sus acciones constituyen una amenaza directa al orden patriarcal establecido, lo que orilla a sus adversarios a una respuesta en razón de género.
¿Qué es la violencia en razón de género?
De acuerdo con la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, es toda acción u omisión, incluida la tolerancia, basada en elementos de género y ejercida dentro de la esfera pública o privada, que tenga por objeto o resultado limitar, anular o menoscabar el ejercicio efectivo de los derechos políticos y electorales de una o varias mujeres, el acceso al pleno ejercicio de las atribuciones inherentes a su cargo, labor o actividad, el libre desarrollo de la función pública, la toma de decisiones, la libertad de organización, así como el acceso y ejercicio a las prerrogativas, tratándose de precandidaturas, candidaturas, funciones o cargos públicos del mismo tipo.
