Segundo boom latinoamericano de literatura

Mujeres y literatura latinoamericana hoy

¿Hay un ideal homogéneo e identitario en la propuesta literaria latinoamericana del siglo XXI?

La respuesta pudiera ser relativamente fácil de responder: la literatura latinoamericana actual tiene como ideal homogéneo y principal característica que, es contada predominantemente por mujeres y sus diversas situaciones en un contexto social marcado por la violencia, el crecimiento del crimen organizado, el avance tecnológico, el fracaso del modelo neoliberal como promesa política de erradicar las desigualdades económicas y la afirmación y validación de sus voces particulares que pueden o no tocar lo femenino.

El predominio de la mirada con perspectiva de género es innegable y en constante crecimiento, baste mencionar que este año, las cinco finalistas de la octava edición del Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, son mujeres: de Perú, Un nombre para tu isla de Katya Adaui; de México, Medea me ayudó a abortar de Dahlia de la Cerda; de Argentina, La madre, el trabajo, la muerte, el amor de Magalí Etchebarne; de España, No se van a ordenar solas las cosas de Nuria Labari y de Uruguay, Una mujer de su época de Fernanda Trías.

De la misma forma, varias escritoras mexicanas han sido premiadas en los últimos años, Ximena Santaolalla (Hidalgo,1983) quien con su primera novela “A veces despierto temblando”, resultó ganadora del Premio Mauricio Achar 2021 y Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982), quien también con su primera novela “Casas Vacías”, publicada en Sexto Piso, fue premiada con el XLII Premio Tigre Juan en 2022  y traducida a siete lenguas y de igual forma obtuvo en el Premio Cálamo, categoría Libro del Año 2022 por Ceniza en la boca, su segunda novela.

La brutalidad de los kaibiles en Guatemala es retratada por Ximena Santaolalla en su novela A veces despierto temblando, ganadora del premio Mauricio Achar de Literatura Random House 2021.

Brenda Navarro, radicada en España, se ha pronunciado en contra de que, a las autoras se las trate como vendedoras y a los lectores como clientes, dicotomías que, desafortunadamente dominan y marcan los grandes conglomerados editoriales del mundo, siendo un poco o mucho responsable de marcar las tendencias y los movimientos literarios, no sólo en América Latino sino en Europa y Estados Unidos, principalmente.

La literatura de género en Latinoamérica, es, digamos, la transición natural entre la literatura  de finales del siglo XX, – marcada por la irrupción  de dos movimientos liderados por hombres que se autodenominaron como la generación del Crack  y la generación McOndo, que según sus propios postulados, marcaron el rompimiento  con el primer Boom latinoamericano y con las “novelas aburridas” que a finales de los años 90´s escribían autoras como Laura Esquivel y Ángeles Mastreta- y la literatura de principios del siglo XXI., plenamente en posesión de las voces narrativas femeninas y feministas.

En el libro “La literatura hispanoamericana” Vol 3 (2011), coordinado por Rafael Olea Blanco, Julio Ortega y Liliana Weinberg, a propósito de los 200 años de Independencia de México y 100 años de la Revolución mexicana, se plantean las siguientes preguntas claves para tratar de entender de qué va literatura actual latinoamericana:

¿A qué aspira América Latina? ¿Cuáles han sido las claves de su búsqueda? ¿Sabe hoy a dónde quiere ir? ¿Hay voluntad de seguir un camino propio? ¿Es esto lo que quiere y lo que puede ser? ¿Qué nuevos obstáculos dificultan su vocación y desarrollo cultural? ¿Es posible tender puentes eficaces de relación cultural entre nuestros países? Cabe reconocer que la mejor manera de rememorar, desde la perspectiva cultural, tan significativos aniversarios es la reflexión, la valoración madura y las previsiones de lo que en este sentido y en esos lapsos ha aportado América Latina a sí misma y al resto del mundo.

En el mismo libro, también se reflexiona sobre la riqueza del acervo cultural de esta parte del mundo, desde los tiempos de la época colonial, en donde los que llegaron “pretendieron abolir creencias religiosas anteriores, hasta quienes quisieron reducir su cultura a una falsa modernidad uniformadora”, sin embargo este acervo magnífico, no puede permanecer en museos, dicen,  pues la cultura latinoamericana está más viva que nunca, como lo planteó Carlos Fuentes en una conferencia dictada en la Casa de las Américas, poco antes de su fallecimiento, y en donde por cierto, no hizo alusión alguna a ninguna novela  significativa de la generación del Crack y McOndo..

Contra la falsedad de la cultura global y contra la violencia en sus diferentes manifestaciones, son unas de las posiciones más críticas abordadas en este Nuevo o Segundo Boom Latinoamericano, en donde las mujeres están marcando el rumbo del canon literario y las tendencias de venta de los grandes sellos editoriales.

Este nuevo Boom Latinoamricano, también ha logrado sin proponérselo exprofeso, una reivindicación por la invizibilización de las mujeres escritoras del primer boom latinoamericano, marcado en su totalidad por las miradas masculinas, dejando de lado a autoras tan importantes e incluso con obras más interesantes que los consagrados del boom latinoamericano, como lo fueron Clarice Lispector, Elena Garro y Silvina Ocampo, por mencionar algunas.

El segundo Boom de literatura latinoamericana también rehibindica las voces del primer Boom, apagadas por la hegemonía de las miradas masculinas.

Hoy la tendencia en la literatura latinoamericana no está marcada por el mundo globalizante planteado por la mirada narrativa de los hombres, como la novela Maniac del escritor chileno Benjamín Labatut que, asume lo humano como un ser homogéneo  y racional en las sociedades modernas de la comunicación y  la tecnología y su subsecuente resultado de inteligencia artificial que, en algún momento no muy remoto se impondrá a la inteligencia del humano;  dejando de lado las particularidades identitarias culturales y sociales de los pueblos de Latinoamérica que han resistido por 500 años de ser vistos y tratados como una idea totalizadora del pensamiento occidental.

La literatura latinoamericana de la segunda década del siglo XXI, tampoco se plantea temas autobiográficos tan recurrentes en las novelas escritas en su primera década, como Canción de tumba del escritor mexicano Julián Herbert; Contarlo todo del narrador peruano Geremías Gamboa y Formas de volver a casa, del escritor chileno Alejandro Zambra.

La literatura latinoamericana como concepto no ha muerto, contrario a lo que planteó Jorge Volpi y la generación del Crack, está más viva que nunca, pero más asentada a la realidad cotidiana, social, económica y cultural de los pueblos latinoamericanos, muy lejos de asumirse como “ciudadanos del mundo”, registrando y dando voz, no a un realismo mágico ni fantástico, tampoco a un infrarrealismo o feroz.

Hoy, la literatura latinoamericana es la voz de las mujeres que razonan, reflexionan y piensan que, las distintas formas de violencia, de enajenación y de marginación en que habitan la mayoría de los seres humanos en nuestras sociedades modernas, deben terminar, particularmente los crímenes sin piedad cometidos por el crimen organizado y los feminicidos como consecuencia de la impunidad y muchas veces corrupción y complicidad de los estados-nación que han faltado a su función fundamental de garantizar las libertades y regir los asuntos para el bien común de cada individuo y de la colectividad que somos.

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