En la actualidad es común encontrar el término “tóxico” para referir a una persona o relación contaminada por conductas destructivas que sugieren un daño emocional o físico.
¿Cuántas veces has tenido una relación laboral, de pareja, con amigos o incluso con familiares que han acreditado tal adjetivo?
Estas conductas son hoy catalogadas por la psicología como psico-narcisismo y gracias a su estudio, se han logrado determinar los patrones de conducta y pensamiento en quienes padecen esta condición, así como los efectos en sus víctimas.
Cuando escuchamos la palabra «psicópata» nos vienen a la mente personajes como Hannibal Lecter o cualquier asesino a sangre fría, pero es gracias al psicólogo Iñaki Piñuel que podemos entender un poco mejor la psicopatía narcisista y lo relativo a los psicópatas domésticos/integrados, o depredadores emocionales, como este autor suele referirlos.
Entender el psico-narcisismo, fundamentado en los ensayos de este psicólogo español puede ser tan duro como revivir las experiencias a lado de un psicópata integrado. Y es que todas hemos cruzado con alguno, según lo explica en su libro Amor Zero publicado en 2015 por Editorial Sb de Buenos Aires, Argentina.
Si bien es posible encontrar a estos depredadores emocionales en cualquier ámbito de nuestra vida, la relación de pareja suele ser donde más visiblemente se pueden determinar los comportamientos destructivos.
En este artículo, te compartiré algunos de los postulados que plantea Piñuel y que podrían ayudarte a determinar si estás siendo víctima de un psicópata integrado, no sin antes recomendarte que leas de primera mano el libro, ya que te brindará una amplia descripción y mayores herramientas para lidiar con este patrón de comportamiento tan presente en nuestros días.
Una relación amorosa con un psicópata integrado tiene ciertas características irrefutables que podemos encontrar en las etapas descritas en Amor Zero, pero que te resumiré a continuación:
1. Bombardeo amoroso. Cuando conocemos a una persona con este rasgo psicológico parece que hemos encontrado a nuestra alma gemela, a nuestra media naranja. Esto debido a que el depredador emocional estudia a su víctima y se presenta con intereses, gustos y hasta hábitos similares. Su presencia en la vida de su presa se vuelve abrumadora, llama constantemente, se manifiesta con mensajes en intervalos de tiempo cortos, brinda atención desmedida, halagos, compañía y muestras de cariño e interés que no son comunes y por lo tanto parece un ser extraordinario, que ha llegado a darnos el cuidado, amor y atención que no teníamos antes de su aparición en nuestras vidas. Esta etapa genera en la víctima una especie de adicción, que cuando no le es suministrada la desestabiliza.
2. Explotación parasitaria. Desde recursos financieros, pasando por la subyugación, manipulación, dominación, chantaje y hasta la violencia física y sexual, incluyendo, el abuso psicológico y emocional. Esta etapa puede durar tanto como le sea funcional al parásito. Como víctima, salir de esta etapa puede ser complicado, ya que primero será necesario reconocer que se está al interior de una relación de este tipo, ubicar el entramado que se tejió a lo largo del tiempo no sólo con la víctima, sino con amigos, familiares y hasta vecinos.
Los psicópatas integrados tienen una característica muy particular: son encantadores. Ante todos muestran una personalidad amable, respetuosa, amigable, sensible, noble, profesional, protectora y responsable, entre otros rasgos positivos. Sin embargo, esta es la fachada con la que suelen conducirse, pero una vez estando en “confianza” son todo lo contrario, ya que llegan a ser: explotadores, groseros, intolerantes, infieles, irresponsables, egoístas, etc.
3. Triangulación y descarte. Si la presa no le resulta útil, o ésta es difícil de controlar, el depredador emocional recurrirá a una siguiente alternativa. Y buscará alargar el proceso de descarte lo más posible, pues al triangular a dos personas con el bombardeo de amor y atención, las presas al verse limitadas del suministro de atención al que las acostumbraron, comenzarán con una serie de actitudes que les infligen dolor, tales como: celos, tristeza, ansiedad, falta de apetito, histeria y depresión. Esto alimenta el ego empobrecido del psicópata integrado y podrá sostener este proceso tanto como le sea conveniente para aumentar su escasa autoestima. Imagina: ¿dos personas extraordinarias peleando por su amor? ¡la fantasía de un psicópata hecha realidad!
Por supuesto esta etapa además de alimentarlo le da argumentos para descalificar a sus víctimas e incluso responsabilizarlas por sus propias actitudes: “es celosa y no soporto los celos, por eso mejor la dejé y ahora estoy con otra”.
Los psicópatas domésticos tienen en común la carencia de empatía, lo que les impide darse cuenta del dolor que infringen en otras personas. A menudo se victimizan por el estado de sus relaciones personales considerando inexplicable la razón por la que no son bien recibidos, queridos o estables en dichos vínculos.
Otro patrón es que otorgan la responsabilidad a otras personas con las que sostengan algún tipo de conflicto, pues son incapaces de reconocer los alcances de sus acciones y omisiones.
Pero debes saber que desde la psicología la causa de esta ausencia de empatía no se debe a que sean malas personas, sino más bien a un profundo trauma del que fueron objeto a temprana edad, principalmente a causa del rechazo o burla de sus padres o tutores.
Esto no lo refiero para invitarte a sentir compasión por ellos, sino para que sepas que su daño es tan profundo que no van a cambiar, por más amor que les des, no van a cambiar.
Lo más importante que tienes que saber es que no tienes que culparte por haber sostenido o sostener algún lazo con una persona con estas características, ya que siempre buscarán personas con ciertos rasgos, como: empatía, amabilidad, éxito, estabilidad financiera, apegados a valores, entre otros, ya que les resulta atractivo pues nutren su lastimado ego y baja autoestima haciéndose creer a sí mismos y a quienes los rodean que son dignos de una pareja con estas características.
Tras darte cuenta de que estás o has estado en una relación con este tipo de personas, es importante que reflexiones sobre lo que te hizo conectar con esta. Tal vez sea una necesidad de protección, alguna herida de infancia no resuelta, algún patrón similar con parejas anteriores, entre otras.
Lo mejor en estos casos es que acudas a terapia para continuar con un trabajo de introspección y cuentes con el apoyo necesario para reconstruirte tras el daño sufrido.
Tal cual lo indica el Dr. Piñuel, debes mantener CONTACTO CERO, es decir, no revises sus redes sociales, no hables con esa persona, no atiendas sus mensajes, si puedes bloquea su número e ignora todos sus intentos de hacerse presente, pues lo único que busca es combustible para seguir parasitando.
La creciente popularidad del término «tóxico» en los últimos años, quizás se deba a que las nuevas generaciones han puesto el foco en los hábitos nocivos que pueden encontrarse en las interacciones sociales y se han cuestionado el porqué sostenerlas a través del tiempo.
Pareciera que los más jóvenes tienen claro que no están dispuestos a soportar las relaciones tóxicas, y como Mujer Milennial, lo aplaudo.
Los centennials tienen razón en la importancia de construir relaciones personales sanas y han ayudado a que muchas miremos Con Perspectiva nuestras relaciones humanas y demos un giro renunciando a las actitudes destructivas.
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Sobre la autora: Maresa Guillén es socióloga por la UNAM; se ha desempeñado como periodista en medios como Novedades Acapulco y El Heraldo de México; ha sido consultora política para campañas electorales y publicista para marcas internacionales. En su blog personal “Mujer Millenial” reflexiona sobre las vivencias, tabus, retos y expectativas de las mujeres de su generación.