Vivir Quintana provoca lágrimas en el concierto de Silvio Rodríguez

La canción feminista hace vibrar el Zócalo de la CDMX

Vivir Quintana, cantante coahuilense que abrió el concierto masivo de Silvio Rodríguez el pasado 10 de junio en el zócalo de la Ciudad de México, provocó las lágrimas de los jóvenes que esperaban impacientes la salida a escena del cantante cubano.

Vivir Quintana dueña de una voz potente, se plantó sin miedo en el imponente escenario de más de cincuenta metros de altura, instalado para volver a escuchar -después de 8 años de ausencia en la Ciudad de México-, al  que fuera ícono de la canción de protesta social en Latinoamérica en  la década de los 70´s.

Mientras esperábamos la salida de Silvio, -a  mi espalda-, escuchaba las voces de varios jóvenes que pedían a gritos que Vivir se bajara, “ni en su casa la conocen”, “¿quién es esa morra?”, “Silvio, Silvio, Silvio, queremos a Silvio”, gritaba a todo pulmón un hombre joven que ingería negra modelo, mientras confesaba a uno de sus amigos que había conocido a Silvio porque una de sus exnovias era fanática de él.

Sin embargo, el público fiel y amoroso que esperaba con ansias la salida de Silvio Rodríguez, recibió con entusiasmo a Vivir, quien se ha convertido en un ícono del movimiento feminista en el país.

Desde la primera canción que cantó Vivir Quintana -que habla sobre la identidad de ser coahuilense-, los jóvenes empezaron a escucharla con atención, aunque uno de ellos dijo “a lo mucho habrá aquí como unos 40 que son de Coahuila, pero me latió”.

Después interpretó “Yo te espero”,  que relata las horas de angustia y del dolor de las mujeres por la desaparición de hijas, hermanas, madres, amigas, sobrinas, niñas, niños, tías; le siguió el corrido donde relata la historia de una mujer presa por asesinar a su esposo por abusar de su hija menor.

Ya para entonces, el grupo de jóvenes con los que me tocó compartir espacio en el concierto    -al que el gobierno de la Ciudad de México llamó Cantares- estaban completamente atrapados por “Las luces de la tarde” Yo no quiero enamorarte/Quiero que te reconozcas y cuando te descubras/Yo ser tu cielo o tu paloma/Yo no quiero ser tu sombra/Yo solo quiero acompañarte que tus mares infinitos/Se conecten con mis ríos.

Por eso cuando  Vivir cantó “Canción sin miedo”, las lágrimas fueron inevitables y a todo pulmón, coreamos Que tiemble el Estado, los cielos, las calles/Que tiemblen los jueces y los judiciales/Hoy a las mujeres nos quitan la calma/Nos sembraron miedo, nos crecieron alas. A cada minuto, de cada semana/Nos roban amigas, nos matan hermanas/Destrozan sus cuerpos, los desaparecen/No olvide sus nombres, por favor, señor presidente.

Así, Vivir Quintana a quien el gobierno de la Ciudad de México invitó como “telonera”,  -como se conoce en el argot del espectáculo a quien abre el concierto de un artista consagrado-, se volvió la voz de la protesta social actual de México, muy pero muy lejos del dolor de aquel Halconazo, que implicó la matanza de estudiantes por parte de un grupo paramilitar, un negro capitulo en la historia de México del que muy pocos tienen memoria y del que aquella noche se cumplían 51.

Silvio Rodríguez la nostalgia política y sus canciones de amor

Minutos antes de que Silvio Rodríguez iniciara su concierto de dos horas, las más de 100 mil personas que estábamos en el Zócalo de la Ciudad de México, gritamos “justicia, justicia, justicia”, a petición de Vivir Quintana cuando terminó de cantar “Canción sin miedo”.

La gente estaba conmovida, tanto por la interpretación de Vivir Quintana como por la inminente presencia de Silvio Rodríguez en el escenario, quien salió justo a la hora en que empezó a llover y  apagaron totalmente la pantalla derecha debido a las fallas técnicas que, al final lograron arreglar.

Por escuchar canciones como Óleo de mujer con sombrero, Unicornio, La Maza, La era está pariendo un corazón y la mítica Ojalá, valió la pena estar tantas horas en el zócalo esperando a Silvio, valieron la pena los empujones por tratar de alcanzar los mejores lugares; valió la pena quedarse a pesar del pésimo audio y las fallas técnicas que no pararon durante todo el concierto; valió la pena mojarse y no enojarse por los acarreados innecesarios al concierto.

Antes de concluir su concierto, Silvio Rodríguez dedicó El Necio al presidente Andrés Manuel López Obrador quien, en ausencia recibió  también la ovación de los que nos quedamos hasta el final del concierto con ganas de escuchar Mariposas, Canción de invierno, Esto no es una elegía, Te doy una canción y Ángel para un final, que no llegaron nunca, pero nos fuimos felices porque valió la pena escuchar a Vivir Quintana y constatar que la protesta social en México ha pasado de “creer que es posible un futuro mejor”, a exigir ya no sigan asesinando y desapareciendo a las mujeres mexicanas.

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