¿Cuándo es el momento indicado para dejar de buscar a una persona desaparecida?, ¿Cuáles son los límites que no se pueden cruzar en la búsqueda de respuestas?, ¿Cómo mantener la esperanza de encontrarles cuando todo parece perdido?
¿Acaso estas preguntas tienen lugar en la mente de quienes buscan a sus seres queridos?
La desaparición forzada de personas en México es un problema que crece cada día de forma indiscriminada.
Hombres y mujeres de todas las edades, profesiones y sectores sociales son víctimas de este fenómeno que se extiende por todo el país y cada vez se vuelve más evidente la inoperancia de las autoridades para resolverlo.
La cifra oficial alcanza las 107 mil personas desaparecidas en los últimos diez años, 25% de las cuales son mujeres, sin embargo, pensar en la magnitud del problema desde la frialdad de los números, equivale a reducirlo a la cifra de personas desaparecidas e ignorar a las otras víctimas que genera el impacto de las desapariciones forzadas.
Quienes pierden a sus familiares, quienes buscan, quienes investigan, quienes informan, quienes protestan, quienes acompañan y quienes de una u otra forma se enteran de las dolorosas historias que hay en torno a cada persona desaparecida y por miedo tienen que hacer cambios en su forma de vida, también son víctimas de este cáncer social.
La cineasta Natalia Beristain hace RUIDO sobre la desaparición de personas en México con su más reciente largometraje que se estrenó en Netflix el 11 de enero de 2023.
El filme protagonizado por Julieta Egurrola, retrata de cuerpo entero el viacrucis de una madre en busca de su joven hija desaparecida desde hace nueve meses y nos muestra el impacto físico, emocional y económico que ha tenido en su vida y en la de su familia.
Ruido exhibe también la violencia estructural que padecen las y los familiares de personas desaparecidas, con la apatía, corrupción e ineficacia de las autoridades judiciales.
También hace un guiño a la protesta por la libertad de prensa y nos muestra el peligro que padecen las y los periodistas en el ejercicio de su labor, con un sutil mensaje de alerta hacia las autoridades mexicanas.
Pero además de exhibir la convulsión en la que opera nuestro sistema policiaco y de justicia, esta película también hace Ruido en la sororidad que aparece como una luz en el desolado camino de las personas que buscan a sus familiares.
Una periodista comprometida con la verdad, un colectivo ciudadano de búsqueda de personas desaparecidas, mujeres que se manifiestan en la movilización del 8M al grito de “no estás sola”, inyectan oxígeno y esperanza a la historia de Julia.
Aunque con una sutil narrativa más parecida al documental, la historia nos lleva a un desenlace catártico con una actuación que logra meternos a las entrañas del dolor de una madre desolada ante el descubrimiento que pone fin a su búsqueda.
La producción de Natalia Beristain intenta que el Ruido llegue más allá de esta película y con la suma de un grupo de personajes del cine, activismo social y empresariado promueven un mensaje de solidaridad en redes sociales.
Por otro lado se estrecharon lazos con el colectivo de búsqueda Voz y Dignidad por los Nuestros SLP para promover la donación de equipo para sus labores de búsqueda de personas desaparecidas.
En suma, Ruido es una película que tienes que ver sin las gafas de la ficción y concebirla como una pequeña muestra de una escalofriante realidad que cada día crece más en México.
